Stay on hold

A la espera. A la que desespera. Consumo horas al reloj despedazando jirones de papel mojado, pasado… Pasajes, parajes, que te sedujeron, te agitaron o te atizaron el alma.

Hoy es todo demasiado feo para ponerse las gafas y mirar. No tengo expectativas más allá de las cuatro paredes de esta habitación cuyas esquinas agoto, ni intenciones de traspasar esa ventana que me incita con rayos de sol.

Me quedo en esa vía abandonada de la estación. En un raíl por el que solo yo viajo. Todos eligieron su andén, todos encontraron su parada. Mientras, yo sigo siendo una pasajera del tren que ya pasó. A solas y a oscuras en un habitáculo soez e insultante, y esa puerta que me da miedo traspasar, me quedo contemplando a través del cristal pedazos de vida que ya perecieron.

Me mantiene en pie un eterno día de playa, mojada, enarenada y bronceada al sol desnuda, viendo a mi padre navegar. La hamburguesa y la Coca-Cola de las 15horas de aquel viejo gruñón, el bocata de mortadela a las 18.00. El último baño. En el norte, siempre frío. Casi hasta el ocaso, aprendiendo a enrollar velas de windsurf y a guardar las tablas en aquel oscuro y húmedo sótano de la Magdalena. Otro. En las empinadas escaleras de una playa de Tarifa que ya no existe. Pequeña, bajo el agua, saco la cabeza entre decenas de tablas de windsurf. Que me sostienen.

Han pasado más de diez años y sigo en una de esas playas interminables de las costas de Cádiz. También estoy desnuda pero esta vez mantengo en la mano una copa de vino en la orilla del éxtasis de un trozo de vida que no parece ser hasta que pasa. Y ya he recorrido la playa y recogido todas las conchas de ese mar. El verano en el mar. Santander, El Palmar, Caños de Meza, Ibiza, Formentera, Menorca, Fuerteventura, el Algarve… el Cabo San Vicente y sus puesta de sol…

Y el invierno. Y Madrid. Y sus mañanas de esa luz tan cálida que te devuelve la primavera. Y sus tardes de parques y guitarras , sus noches de tugurios, risas y bailes, sus amaneceres de brindis al sol y charlas con buenos amigos para arreglar este mundo que a veces parece tan infecto.

Y me mantengo. En pie, a la espera. Atravesar el cristal y quedarme en el viejo andén o cruzar la puerta.

Keep on hold.